Jarabe de Maíz de alta fructuosa

¿Qué es?

El jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF) es un endulzante derivado del jarabe de maíz, el cual se procesa desde ese cereal.

El JMAF se utiliza para endulzar alimentos procesados y refrescos.

Al igual que el azúcar común, está compuesto por fructosa y glucosa.

Se popularizó a fines de los años ’70 cuando en Estados Unidos el precio del azúcar regular se elevó mientras el del maíz era bajo a causa de los subsidios gubernamentales.

¿Cómo se fabrica?

Su materia prima es el maíz, el cual usualmente es modificado genéticamente. El cereal primero se muele para producir almidón, el cual se procesa para finalmente obtener jarabe de maíz.

Este jarabe consiste casi totalmente en glucosa. Para hacerlo más dulce y parecido en sabor al azúcar común, parte de esa glucosa es convertida en fructosa utilizando enzimas.

¿Qué variantes hay?

Varios tipos diferentes de jarabe de maíz de alta fructosa están disponibles, con proporciones variables de fructosa. Por ejemplo, la forma más concentrada contiene un 90 % de fructosa y se denomina JMAF-90.

El tipo más utilizado es el JMAF-55 (55 % de fructosa, 42 % de glucosa). Esta variedad es muy similar a la sacarosa (azúcar común), la cual está integrada por un 50 % de fructosa y un 50 % de glucosa.

¿Es nocivo para la salud?

Según un estudio realizado por el ‘Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado’, el exceso en el consumo de JMAF aumenta el riesgo de hipertensión, que puede provocar todo tipo de problemas de salud aumentando el riesgo de infarto, cardiopatías, derrame cerebral, entre otras.

A su vez, otro estudio, publicado en la revista “Environmental Health”, indica que muchos alimentos comunes fabricados con jarabe de maíz de alta fructosa contienen mercurio. Para ello se evaluaron 20 muestras de jarabe de maíz de alta fructosa y hallaron mercurio en nueve de ellas.

Al igual que el azúcar el JMAF tiene un índice glucémico altísimo, elevando en forma inmediata el nivel de azúcar en sangre y generando antojos constantemente, por lo cual es acusado como un gran generador de la obesidad mundial.

¿Dónde se encuentra?

El problema del JMAF es que se encuentra presente en casi todos los alimentos y bebidas que tienen endulzantes calóricos agregados. Gaseosas, jugos artificiales, jugos de frutas endulzados artificialmente, confituras, postres, yogurts saborizados, y en la gran mayoría de productos horneados y panificados, como así también en mermeladas y jaleas.

Actualmente, asusta el incremento de alimentos “light” o dietéticos, que contienen JMAF. Yogures y barritas de cereales, contienen este jarabe. El problema de esto, es que mucha gente que intenta alejarse del azúcar, termina consumiendo JMAF, cuyo aporte calórico y efectos negativos sobre la salud son iguales o peores.

 

Extracto del libro “Malcomidos” de Soledad Barruti.

«El jarabe de maíz de alta fructosa es más dulce que el azúcar y su producción cuesta la mitad, lo que ha permitido mezclarla en casi cualquier producto: jugos, gaseosas, hamburguesas, pan, kétchup, postres infantiles. Estamos siendo envenenados por esta sustancia que ha sido introducida en todos los alimentos procesados y en los jugos sintéticos, que, a su vez, han aumentado su consumo exponencialmente en los últimos años».

 

¿Por qué el jarabe de maíz de alta fructosa es tan dañino?

Por varios motivos. Por un lado, la fructosa (que en la naturaleza ofrece en dosis mínimas en la fruta) disminuye la sensibilidad del organismo a la insulina, volviéndolo insulino resistente, lo que lo predispone a la diabetes. Por el otro, actúa sobre el organismo anulando la capacidad del cerebro de producir una señal de saciedad (anulando la leptina). Biológicamente nada nos dice «basta, comiste demasiado». Como el éxtasis a la música electrónica, esta sustancia es una droga absolutamente funcional al consumo desmedido de comida.

Pero, además, recientemente se ha demostrado que el jarabe de maíz de alta fructosa es metabolizado por el hígado, como si fuera alcohol, generando una serie de males que van de hipertensión, pancreatitis y disfunción hepática a infarto del miocardio, alteración del metabolismo y obesidad. Por si fuera poco, la placenta es permeable a la sustancia, lo que tiene como consecuencia el nacimiento de bebés programados para estar antojados de fructosa (un antojo que sacian muy bien muchísimas fórmulas de leche maternizada): un deseo que comandará sus vidas hacia la dependencia.

El supermercado es una selva oscura y no dejarse engañar es cada vez más difícil. Se puede tomar el caso de los productos Granix, por ejemplo. Uno lo compra esperando una maravilla integral, pero alcanza con leer las etiquetas para encontrar que no usan grasas animales pero sí aceite de palma, una sustancia cargada de grasas saturadas; más una cantidad de sal, azúcar, jarabe de maíz, colorantes y conservantes artificiales que nadie imagina terminará consumiendo.

 

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